El caballo (Equus caballus) es un mamífero 
                              hervíboro de la familia de los équidos. Los équidos 
                              aparecen en América del Norte durante el Pleistoceno, 
                              y de allí se expanden a todo el mundo. Posteriormente 
                              en América del Sur llegaron a extinguirse, pero fueron 
                              reintroducidos por los 
                              españoles durante el período colonial. Los primeros 
                              especímenes llegaron el 24 de noviembre de 1493, desembarcando 
                              en la Isla La Española (hoy Haití) en el segundo 
                              viaje de Cristóbal Colón. En 1536 llegaron al 
                              Río de la Plata 76 caballos en la expedición de 
                              Pedro de Mendoza para la primera fundación de Buenos 
                              Aires. En pocos años, miles de caballos salvajes volvieron 
                              a copar las praderas sudamericanas en manadas que superaban 
                              los dos mil ejemplares. Aprovechados por el hombre se convirtieron 
                              en el vehículo indispensable para la conquista, la colonización 
                              y finalmente las guerras de emancipación.
                           
 
                          La raza 
                            criolla se formó por la adaptación al ambiente 
                            sudamericano de la sangre árabe berberisca, considerada 
                            por entonces la más fuerte de Europa. La severa selección 
                            realizada por la naturaleza durante varios siglos de vida salvaje, 
                            forjó su característica racial definida por la 
                            rusticidad, longevidad, fertilidad, resistencia a grandes distancias 
                            y esfuerzos, poder de recuperación y aptitud para trabajos 
                            de campo. El caballo criollo estándar es de medidas y 
                            formas medianas, correspondientes a las de un caballo de silla. 
                            Es musculoso y de constitución fuerte, con su centro 
                            de gravedad bajo; ágil y rápido en sus movimientos, 
                            con carácter activo y enérgico, pero dócil. 
                            La talla ideal es de 1,44 m. La cabeza tiene un perfil rectilíneo 
                            y en conjunto es corta, de base ancha y vértice fino; 
                            proporcionalmente mucho cráneo y poca cara. La frente 
                            es grande y más bien plana. Los ojos son vivaces y expresivos; 
                            las orejas chicas, de amplia base, separadas y paralelas. Sus 
                            crines están pobladas de cerdas abundantes y gruesas. 
                            El cuello es largo, flexible y musculoso. Sus extremidades son 
                            cortas y robustas, con las rodillas a poca altura y los cascos 
                            pequeños. Los muslos son anchos y musculosos, de nalgas 
                            largas y descendidas, con una cola corta.
                          En la heráldica 
                            nacional el caballo criollo de pelaje negro es símbolo 
                            de libertad, tanto por su actitud vital, como por su participación 
                            en las luchas por la Independencia.