Cuando
en 1843 el Poder Legislativo aprueba la Ley que autorizaba a acuñar
monedas de plata de 1 Peso Fuerte, el Poder Ejecutivo, en la sitiada
ciudad de Montevideo, se vio en la necesidad de conseguir el metal,
recurriendo a las donaciones de los vecinos para tal fin. El Ministro
de Guerra y Marina, el por entonces Tte. Cnel. Melchor Pacheco
y Obes (1809-1855) distribuyó a los sitiados una circular
que entre otros aspectos proclamaba:
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Melchor Pacheco y Obes |
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Para
ayudar al Gobierno en los excesivos e indispensables gastos que
requiere la continuación de una lucha a cuyo término
se encuentra la libertad y la gloria, he abierto una suscripción
de plata labrada en la que ciertamente figurarán todos
los que amen la Patria y detesten la tiranía. Como Ud.
está en este caso, no he trepidado en dirigirme, esperando
que me mandará cuanto tenga de esa especie.
No es un sacrificio desprenderse de joyas inútiles para
conservar la más preciosa e indispensable de las joyas:
La libertad; y ¡ay! del egoísta que se apegase a
algunos pedazos de plata, cuando en cambio mañana debiesen
ponerle los grillos del esclavo; ni deja ser digno de esta calidad,
el que encuentra algo que no deba sacrificarse en las aras de
la Patria...
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Joaquín Suárez |
La
respuesta a la exhortación de Pacheco y Obes fue inmediata,
existiendo registros que el peso de la plata recibida superaba
las 19 arrobas (aproximadamente 250 Kg). Para ese entonces ya
estaba dispuesta la creación de la Casa de Moneda Nacional,
cuya inauguración oficial se produciría a la hora
9:00 del 2 de febrero de 1844. En la apertura del acto oficial
hizo uso de la palabra el Presidente del Senado en ejercicio interino
de la Presidencia de la República, Joaquín Suárez
(1781-1868): Señores:
La apertura en este día del nuevo y valioso establecimiento
de la Casa de la Moneda de la Capital de la República,
es un momento de gloria, de honor y prosperidad, es un acontecimiento
heróico para los presentes, un ejemplo para los venideros,
de lo que es capaz un Pueblo decidido y valiente que ama su gloria
y su independencia; no hay obstáculo que no domine, no
hay inconveniente que no supere como el presente que celebramos
con tanto placer...
Seguidamente
se realiza la acuñación de la primer pieza, que
es recibida por el recién asumido Jefe Político
de Montevideo, Andrés Lamas (1817-1891), quien, dirigiéndose
a Joaquín Suárez, expresó: Excelentísimo
Señor: Tengo el honor de entregar a V.E. la primera moneda
de plata, destinada a la circulación, que se acuña
en la Casa de Moneda Nacional. Señor Presidente, es monumental,
y este monumento único hasta hoy en la margen oriental
y occidental del Río de la Plata. Esta moneda es el símbolo
más acabado, Sr. Presidente, de la Independencia Nacional.
En todos tiempos y en el derecho público de todas las naciones,
acuñar una moneda ha sido una altísima prerrogativa
del imperio independiente. Esta prerrogativa ejercida hoy, a la
vista de las hordas vandálicas de un tirano extranjero,
que hace un año, rotas las huestes de la Patria, se adelantaron
soñando en fácil conquista, es un suceso que hará
época en nuestra historia...
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Andrés Lamas |
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Posteriormente
Joaquín Suárez le responde a Lamas: Recibo
esta moneda con una emoción profunda. En ella veo los sacrificios
y las virtudes de mis compatriotas, y el genio de los hombres
que me acompañan con tanto celo en la salvación
del País, entre los que he contado en el número
de los primeros al digno magistrado que hoy pone en mis manos
la primera moneda nacional...
Seguidamente
Andrés Lamas recibe una segunda pieza reicén acuñada
que pone en manos del Ministro de Hacienda José de Béjar
a quien le expresa: Aquí está Sr. Ministro,
la prueba más cabal del desprendimiento de nuestros conciudadanos,
porque esta moneda no está formada ni con el metal de la
mina, ni con el de las contribuciones, ni con el de los derechos
sobre los consumos o exportaciones, sino con las joyas de las
familias de Montevideo, con los ornamentos de sus templos.
Un pueblo que ha perdido todos sus bienes materiales por la
invasión, que todo lo ha dado por resistir la misma, ha
dado también, espontáneamente, sus prendas de familia:
la mujer ha traído los adornos de su hogar, el hombre la
presea de su caballo, el sacerdote la cruz de su altar...
...Por cierto que cada moneda de éstas, no podrán
ponerse en la mano sin profunda veneración. Estos Pesos
deben ser distribuidos con celo religioso; valen cien veces más
que los pesos comunes formados de material de distinto origen
y sin este lema: SITIO DE MONTEVIDEO... |