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EL LIBRO DEL CENTENARIO DEL URUGUAY

  Tomo IV - Páginas 390 a 392
 

Numismática Nacional

La moneda circulante en el Uruguav, en el periodo que permaneció bajo el dominio de España, de Portugal o del Brasil, fué la usada en el Río de la Plata -durante esa época, en la que predominaba la moneda española, portuguesa a brasilera según los casos- y por esa misma razón eran comunes las onzas, el duro y el peso, la peseta, la balastraca, el patacón, la pataca, la doble pataca, los décimos, el vintén, el cinquiño, etc., etc., a las que, posteriormente y ya entonces en el primer período de vida independiente, se agregaron todas las otras piezas de oro y plata que el comercio daba y recibía según su valor intrínseco, vale decir, según la proporción de oro o plata fina con que fueran acuñadas.
No significa esto que el gobierno nacional no se hubiera preocupado desde el primer momento de dar al país moneda propia, pero el hecho es, que la pobreza de nuestro territorio en metales finos, como la de la administración en rentas públicas, hicieron poco menos que imposible la acuñación de una moneda propia, de oro o de plata.
Se pensó entonces, que lo de mayor necesidad para el cambio, dada la diversidad de piezas y de valores, era la moneda de cobre que, por su gran diversidad de tamaños y valores o porqué el valor real era muy inferior a su valor circulante, o por existir una gran cantidad de piezas falsas cuyos introductores al país enriquecían fácil y desconsideradamente en perjuicio de la riqueza del pueblo -era de urgentísima necesidad.
La primer moneda de cobre que luce el sol de nuestra bandera fué acuñada en Montevideo de acuerdo con la ley de junio de 1839. por Agustín Jouve - pero las dificultades económicas porqué atravesaba el país en esa época no le permitieron al Gobierno, realizar el programa de proveer al país de moneda menor. - En efecto, la falta de recursos -y por consiguiente la falta de pago de la acuñación, dio mérito a que el contratista solicitara y obtuviera la rescisión del contrato cuando apenas se habían estampado 500 pesos- en piezas de un vintén y de un cinquiño (cinco centésimos de real).

Pieza de veinte centésimos de la acuñación Jouve, las más perfectas y
mejor acuñadas que se hayan batido en el país
Piezas de cinco centésimos de la acuñación anterior

Como puede observarse por los grabados que mas arriba publicamos, las piezas que acuñó Jouve, son hermosas y muy bien trabajadas.
Los coleccionistas de monedas distinguen tres tipos o variedades entre las piezas de un vintén y 2 entre las de un cinquiño.
Las necesidades y calamidades que sufría el Gobierno de "La Defensa" que vivía envuelto por las tropas sitiadoras del General Oribe - dieron mérito a un proyecto de Casa de Moneda Nacional ideado por el entonces Jefe Político, Dr. Don Andrés Lamas. La ley de diciembre de 1843 facultó al Ejecutivo para acuñar moneda de cobre y plata basta la suma de 80.000 pesos en cobre, no indicándose límite en la acuñación del medio peso fuerte ni del peso.
Se instaló rápidamente la Casa de Moneda en la llamada calle de la Policía Vieja, y se inauguró oficialmente con gran regocijo, discurso y música, el 2 de febrero de 1844. En dicha fábrica se acuñaron las siguientes piezas:

Moneda de cobre de veinte centésimos, acuñadas en 1843 utilizando el
cuño de Jouve
Unica moneda de plata acuñada por la Casa de Moneda Nacional
durante el sitio de Montevideo - 1844
Piezas de cobre de cuarenta centésimos acuñadas en 1844 en la Casa
de Moneda Nacional
Piezas de cobre de veinte centésimos, del mismo año y procedencia
que las anteriores
Piezas de cinco centésimos, del mismo año y procedencia que las anteriores

La Casa de Moneda Nacional solo trabajó durante 4 o 5 meses pues carecía de metal apropiado para la amonedación, de personal competente, etc., de modo que, así que el iniciador de la acuñación dejó de prestar su concurso personal en la dirección, la casa dejó de producir.
No podemos precisar el monto de la acuñación afectuada por la Casa de Moneda, pero, aún siendo optimistas, creemos que apenas se acuñaron mil pesos en monedas de plata y de 3.500 a 4.000 en piezas de cobre.
Los aficionados a la Numismática Nacional sufren con el estudio de las piezas del año 1844 especialmente con las de dos vintenes o sean de 40 centésimos, pues hay entre ellas gran diferencia.
En los "Apuntes sobre Numismática Nacional" publicados el año próximo pasado se describen 6 piezas distintas, y se supone que haya otras variedades.
Por los años 1854-55 se hizo en el país el último ensayo de acuñar moneda de cobre. A ese efecto se utilizaron en primer término una serie de grandes tachos de cobre que tenían los cuarteles de la Capital además de adquirirse algunas cantidades de chapas o láminas de cobre, que después de pasar por la casa de fundición que en aquel entonces tenía establecida Don Ignacio Garrigorri eran llevadas a la Casa de Moneda bajo la dirección de Don Juan Gard, pero en total no alcanzó a acuñarse sino una mínima parte de lo facultado por la ley o sean, 20 mil pesos y sólo se acuñaron piezas de 20 y 5 centésimos.

Pieza de cobre. - Ultima acuñación de la Casa de Moneda Nacional.
Tiene pequeñas variantes con las de 1854
Cinco centésimos. - Acuñadas por la Casa de Moneda Nacional

Las piezas de cobre o plata de acuño nacional posteriores al 1855 fueron todas hechas en el extranjero.
En 1857 se acuñaron en París por los hermanos Tampied -que ganaron la licitación pública dispuesta a ese fin, piezas de 5, 20 y 40 centésimos- en las siguientes proporciones:
45.000 patacones en piezas de 40 centésimos
12.000 patacones en piezas de 20 centésimos 3.000 patacones en piezas de 5 centésimos
3.000 patacones en piezas de 5 centésimos

Cobre de cuarenta centésimos. Declarada "moneda nacional"
el 13 de agosto de 1857
Cobre de veinte centésimos. - Acuñación Tampied Hnos. 1857
Cobre de cinco centésimos de la acuñación de los hermanos Tampied

El año 1869 marcó el record de las acuñaciones de cobre. En efecto, fueron importadas al país 8.250.000 piezas de cobre de 4 centésimos; 5.000.000 de piezas de 2 centésimos y 2 millones de piezas de 1 centésimo. Total: 15 millones de piezas.
Aunque no toda la acuñación fué contratada con la misma persona, el tipo de las piezas producto de esas distintas acuñaciones es absolutamente idéntico y sólo difieren en el signo de la casa acuñadora.

Pieza de cobre de cuatro centésimos acuñadas en 1869
Tipo de las monedas de cobre de dos centésimos acuñadas en 1869
Piezas de las monedas de cobre de un centésimo procedente de la
acuñación anteriormente mencionada

Tal invasión de moneda cobre trajo coma consecuencia su desvalorización en la plaza que se negaba a recibirla en la forma y proporción que estableció la ley, lo que dio mérito a que el Gobernador Latorre se preocupara de disminuir el perjuicio que sufría el comercio a cuyo efecto constituyó una comisión que se encargó de limitar el número de piezas a una cantidad prudencial y razonable, como en efecto se hizo. Dichas monedas de cobre circularon en el país hasta 1901 en que se dispuso la acuñación de las piezas de níquel.

Monedas de plata

Se acuñaron hasta la suma de 11.000.000 en piezas de 1 peso, 50, 20 y 10 centésimos en París el año 1877-78 conforme al contrato celebrado con los Señores Juan y Federico Paullier lo que permitió al Gobierno desterrar de la circulación una cantidad enorme de piezas extranjeras de valor de menos de 1 peso. Fué un gran servicio que se hizo al país.

Un peso. Estas piezas tienen 37 m. m. de diámetro y 25 gs. de peso
Cincuenta centésimo tiene 33 m. m. de diámetro y 12.50 gs. de peso
Veinte centésimos. 25 m. m. de diámetro. 5 grs. de peso
Diez centésimos. 18 m. m. de diámetro. 2 1/2 grs. de peso

Las piezas de un peso del año 1878 son muy escasas. En dicho año sólo se acuñaron 100.000 pesos en piezas de ese valor.

Pieza de cinco centésimos de la primer moneda de níquel acuñada en 1901
y que circuló en el país
Pieza de dos centésimos de moneda de níquel de la misma acuñación
a que se hace referencia en el renglón anterior
Monedas de níquel de un centésimo, acuñadas en 1901

En 1901 se hizo la primer acuñación de piezas de níquel por un valor total de 500.000 pesos, desmonetizándose en su consecuencia las viejas y pesadas monedas de cobre.
Fueron acuñadas en la Casa Real de Berlín por intermedio del Banco de la República. Esta acuñación señala una primer intervención directa del Estado en la acuñación de su moneda.
Durante el Gobierno del Dr. Herrera y Obes, se dictó la ley de 18 de octubre de 1892 de acuerdo con la que, se facultó al Ejecutivo para contratar la acuñación de 3 millones de pesos en piezas de plata. El primer millón fué acuñado en Santiago de Chile, por la casa Oficial de Moneda y su tipo es igual al de las piezas acuñadas en París el año 1877 por lo que no lo reproduciremos. Se acuñaron piezas de 10, 20, 50 centésimos y 1 peso.
Otro millón, se acuñó en piezas de 1 peso y de 50 centésimos, en la Casa de Moneda de Buenos Aires y finalmente el otro millón, en piezas de un peso solamente, fué acuñado el año 1895 también en Buenos Aires.
Estas acuñaciones como la del año 1877-78 fueron retiradas de la circulación así que se acuñaron las piezas en uso, con el busto de Artigas el año 1917.
El año 1909 se hizo la segunda acuñación en piezas de níquel por un valor total de medio millón de pesos. Es idéntica a la anterior de la que sólo difiere en la fecha.
La ley de 3 de enero de 1916 autorizó al Banco de la República para acuñar moneda de plata y reacuñar la de las emisiones anteriores. El Banco contrató con la Casa de Moneda de Buenos Aires la acuñación y reacuñación de 5 millones de pesos de los que, 2 millones serían de piezas de l peso y 3 millones de piezas de 50 centésimos. Creyó el Banco que no serían requeridas por el uso las piezas de 10 y de 20 centésimos.
El cuño elegido, cuyo dibujo es obra del dibujante español José Grau -jefe de la sección de grabados de la Casa de Moneda- dirigido por el Director de la Casa y por el Secretario del Directorio del Banco, el Historiador y conocido hombre de letras, Don Raúl Montero Bustamante, llena cumplidamente el objetivo de la ley, que, por primera vez en el país colocaba al frente de su moneda el busto del fundador de nuestra nacionalidad.

Piezas de plata de un peso, acuñadas en 1916, con un peso de 25 grs., de
novecientos milésimos de fino y 37 milímetros de diámetros
Monedas de cincuenta centésimos de la acuñación de 1916, con el mismo
título que la anterior, 12 1/2 grs. de peso y 30 milímetros de diámetro

La omisión del Directorio del Banco fué salvada poco tiempo después reacuñando 300.000 pesos en piezas de 20 centésimos el año 1920 -y otra partida en 1922 pero esas piezas no pueden distinguirse pués por un error- todas llevan la fecha 1920.

Finalmente, la gran escasez de piezas de níquel, dió mérito a que el Gobierno, siempre por intermedio de nuestra primer institución de crédito -el Banco de la República- dispusiera la acuñación de otra partida de moneda de aquel metal que sólo difiere de las acuñaciones anteriores en el año.


EL BILLETE DEL BANCO DE LA REPÚBLICA

En el Río de la Plata no fué conocido el billete del Banco durante la época de la dominación española. El régimen colonial se defendió invariablemente contra los estímulos que pudo ofrecerle el papel moneda, indicado en varias ocasiones a la autoridad virreynal, por personajes que habían luego de figurar en las filas de la Revolución.
El régimen metálico mantenido durante la dominación española fué modificado al producirse la ocupación del actual territorio nacional por las tropas portuguesas. La administración lusitana trajo la novedad del papel moneda emitido por el Banco Nacional de Río Janeiro, que desde entonces se incorporó al medio circulante.
Poco después, en 1822, el Banco de Buenos Aires, convertido en 1826 en Banco Nacional, empezó a inundar las ciudades del Plata con sus emisiones de "promesas" y "billetes", pronto declarados inconvertibles.
A estos specimens de papel moneda se agregaban entonces las notas de crédito personal, emisiones privadas, que hacían el oficio de moneda y suplían la escasez de cambio menor.
La Asamblea Constituyente y la primera Legislatura Nacional se ocuparon de la emisión de papel moneda sin que se concretara el propósito en forma de ley, salvo la emisión provisional de billetes dispuesta por la ley de 1831 de extinción de la moneda de cobre extranjera. El Estado, no obstante, creó poco después una especie de emisión nacional llamada "billetes ministeriales", que eran simples bonos o promesas de pago con que el Gobierno cubría parte de sus deudas.
Las disciplinas legales bancarias creadas después de 1851, dieron origen a los primeros Bancos de emisión. El Banco Mauá establecido en 1857 y el Comercial en 1858, emitieron los primeros billetes bancarios de carácter nacional que circularon en la República.
Conocida es la accidentada historia de las emisiones de billetes bancarios particulares realizadas en el país. Con honrosas excepciones, esas emisiones no respondieron a su objeto, y fueron por el contrario causa de graves perturbaciones y perjuicios para el país y el Estado, el cual, en últimos términos, tuvo que responsabilizarse por la conversión de los billetes de varios Bancos emisores que habían abusado del crédito. La última etapa de esas emisiones nacionalizadas fué llenada por los billetes del Banco Nacional.
Cuando el Banco de la República inició sus actividades, existían dos Bancos emisores que mantenían el crédito del billete bancario particular: el Banco de Londres y Río de la Plata y el Banco Italiano del Uruguay.
En razón de la disposición de la Carta Orgánica que acuerda al Banco de la República el privilegio de emisión única, los dos Bancos mencionados se vieron obligados a extinguir sus respectivas emisiones.
En 1907 quedaron legalmente extinguidos los billetes particulares, y desde entonces el billete del Banco de la República sirve las necesidades de la circulación y mantiene el crédito del billete bancario nacional.

Varias han sido las emisiones de billetes realizadas por el Banco de la República para atender las exigencias de nuestro desenvolvimiento comercial y económico. La primera de ellas fué contratada con la Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, de Buenos Aires, y comprendía la impresión de 200.000 billetes del tipo de $ 10.00 y 20.000 billetes del tipo de $ 100,00. Estaban impresos en papel de hilo americano y en cuatro impresiones: una de acero y dos tipográficas en el anverso, y una de acero en el dorso. Las coloraciones hechas en bistre y verde azulado.
En 1896 el Gobierno contrató con los señores Giesecke y Devrient, de Liepzig, la fabricación de billetes para el Banco de la República. de los tipos de $ 0.10, $ 0.30, $ 0.50, $ 2.00, $ 5.00, $ 10.00, $ 50.00, $ 100.00 y $ 500.00, por una cantidad total de 10.010.000 de los diversos valores expresados.
Deficiencias de impresión obligaron al Directorio de nuestra principal Institución de Crédito a rechazar los billetes de esa emisión que no fueron puestos en circulación, contratándose otra impresión de 1.000.000 de billetes de un peso.
En 1898 se contrató con los señores Bradbury Wilkinson de Londres la impresión de 200.000 billetes de $ 10.00, con planchas de acero sobre papel de hilo con letras de agua en filigrana, pero habiendo sido falsificados con notable perfección se decretó el retiro de la emisión, resolución que fué rápidamente cumplida.
En 1914 se contrató con los señores Waterlow y Sons C.º Ltd. de Londres la impresión de 1.554.000 billetes, distribuido en las siguientes valores: 4.000 del tipo de $ 500.00; 50.000 del tipo de $ 100.00; 300.000 del tipo de $ 10.00; 200.000 del tipo de $ 5.00 y 1.000.00 del tipo de un peso. Los billetes de esta emisión están impresos sobre papel de hilo de la mejor calidad (silk thread) con planchas de acero grabadas en hueco sobre fondos impresos tipográficamente. Todos estos billetes llevan el retrato de Artigas.
Circulan actualmente en el país varios tipos de billetes emitidos todos por el Banco de la República, cuyos valores son: $ 500, 100, 50, 10, 5 y 1. Los cuatro primeros son convertibles a oro y los dos últimos a plata. Como se dice ya en otra parte de este volumen, la única institución autorizada por ley para emitir billetes de banco, es el Banco de la República cuyo sólido prestigio está respaldado por un fuerte encaje metálico en oro.

 
 
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